En
relación al tema 3: Los
niveles de referencia de aprendizaje de lenguas y el desarrollo de
competencias, me
gustaría hacer una reflexión sobre el programa Erasmus como medio o vía para aprender o perfeccionar una lengua
extranjera, haciendo alusión a mi propia experiencia.
En
el 2014, el ex-ministro de Educación José Ignacio Wert
hacía la siguiente declaración: "Erasmus no es para aprenderidiomas, hay que saberlos previamente", al mismo tiempo que
presentaba la decisión de su departamento de exigir un nivel B2 para
poder aspirar a dicha beca.
Si
este requisito estuviera en vigor en el año 2000 cuando yo solicité
la beca para cursar el último año de carrera, Licenciatura en
Filología Inglesa, en la Johann Wolfgang Goethe Universität
en Frankfurt am Main, esto no habría sido posible, pues por aquel
entonces mi conocimiento de alemán era inexistente. Precisamente, la
razón de solicitar la beca en Alemania fue la de tener la
posibilidad de aprender un nuevo idioma. Las clases en la universidad
serían impartidas en inglés, por lo que podría seguirlas sin
ningún problema.
Llegué
a Frankfurt en septiembre del año 2000, los primeros días fueron
muy duros, la juventud, la inexperiencia y el desconocimiento del
idioma no ponían las cosas fáciles. Yo creía que el
uso generalizado del inglés en Alemania facilitaría mucho la
comunicación, pero no fue así. El taxista que me llevó del
aeropuerto a la residencia de estudiantes no entendía la dirección
debido a mi pronunciación, el conserje de la residencia no hablaba
inglés y tuve que explicarle con mímica que el somier de mi cama
estaba roto, en la calle no encontré a nadie que supiera decirme si
había algún supermercado cerca para comprar comida... Las cosas no
estaban saliendo como yo me había imaginado! Busqué ayuda en los
compañeros de residencia, realicé todos los trámites legales y
busqué una academia para aprender alemán. Las mejores tenían los
niveles cero llenos, no había plazas, así que me compré un buen
diccionario de alemán que se convirtió en mi compañero
inseparable, y busqué en el tablón de anuncios de la universidad
estudiantes alemanes interesados en hacer intercambio de
conversaciones con estudiantes españoles. Así llegó diciembre y
las vacaciones de Navidad. Primera vez que regresaba a España y...
Sorpresa! Era capaz de mantener conversaciones en alemán con mis
nuevos amigos y amigas para felicitarnos las fiestas!
Cuando
regresé a Frankfurt en enero, acudí a la academia en la que me
dijeron que en enero tendrían plazas libres, me hicieron una prueba
de nivel, pues mi conocimiento del alemán había mejorado y me
asignaron un aula con nivel 1.3 en vez del 1.0 que me correspondería
tres meses atrás. Esto no habría sido posible sin vivir en el país
de la lengua extranjera aprendida. El contacto permanente con el
idioma hace que el aprendizaje de éste sea mucho más rápido. El
vocabulario se amplía considerablemente ya que a diferencia de los
cursos en clases, donde se aprende en base a determinadas situaciones
(saludos, clima, familia, vestuario, comidas, etc.), viviendo en el
país se aprende en distintos contextos, lo que hará que se
desarrollen distintas destrezas: lenguaje de negocios, frases
comunes, lenguaje formal e informal... Constantemente se pone a
prueba lo aprendido, cada día debes comunicarte o entender lo que te
dicen, así que no hay momento en que no debas escuchar, hablar, leer
o escribir en el idioma en cuestión.
Por
todo ello, considero la
beca Erasmus una gran oportunidad para el aprendizaje de idiomas a
través de una experiencia internacional única.
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