miércoles, 10 de febrero de 2016

El control del error

Durante la última clase, en la que vimos las variables de la situación de la enseñanza de lenguas extranjeras, un punto llamó especialmente mi atención: el concepto de error. Carlos nos comentaba la importancia de no estigmatizar el error, de la comunicación positiva. Esto me hizo recordar un director que tuve hace unos años, cuando yo ocupaba un puesto en una multinacional en el que gestionaba un equipo de 25 personas aproximadamente, que siempre nos decía que era muy importante dar feedback y estar dispuesto no sólo a recibirlo sino a poner en marcha acciones relacionadas con lo comentado. Y recalcaba: "recordad, se trata de dar feedback, no de dar por el feedback". Aunque reconozco que en su momento me hizo gracia a pesar de lo vulgar que pudiera parecerme la expresión, creo que representa de forma muy clara la finalidad del ejercicio.
Si lo trasladamos a nuestro rol como docentes, el feedback que damos al alumnado a través de la corrección de sus ejercicios y actividades debería ser positivo, motivante y constructivo. Cada docente tendrá su forma de trabajo y actitud ante el tratamiento de los errores, pero todos deberían asegurarse de que son los más adecuados para favorecer y potenciar el proceso de adquisición de la lengua.
Una amiga profesora del Instituto Cervantes comentaba en su perfil de facebook lo frustrante que podía llegar a ser que los estudiantes cometieran los mismos errores una y otra vez. "Al final, mi principal función es ayudarles a evitar que cometan los mismos errores por interferencia de la lengua materna", escribía. Cuando lo leí me pregunté: ¿Su función principal? ¿Es tan importante la corrección de errores? ¿No podría resultar desmotivante? ¿No sería mejor centrarse en que consigan primero comunicarse con fluidez y ya después, en un nivel más avanzado, perfeccionar?
Y entonces recordé lo que dice María Montessori en su libro La mente absorbente del niño, 1971: los premios y castigos recibidos por el niño en la educación tradicional cuando el educador le corrige,suprimen y ofenden la espontaneidad del espíritu, por lo que el niño cuando se equivoca, debe mejorar sólo con la experiencia y aprendiendo de sus errores. El niño posee libertad, pero también tiene que saber si lo que hace está bien o está mal por lo que es importante que posea un control individual del error.
 Todos los materiales Montessori fueron creados para ayudar a agudizar los sentidos y dar la posibilidad al niño del control de sus propios errores, sin necesidad de ser corregido. Para María Montessori era de vital importancia que los niños no pierdan la motivación, que no se les desanime ante las equivocaciones que cometen. Así, con cada material didáctico, se construye una manera en la que el niño reconoce si su trabajo se ha realizado correctamente o no. Como resultado de esto, nadie critica su error o marca sus errores con un lápiz de color rojo, que es, lamentablemente, a lo que muchos de nosotros estamos acostumbrados.
Y yo me pregunto: ¿ Sería posible aplicar esta filosofía en la enseñanza de lenguas extranjeras? Confío en que sí. Quizás no como un todo, pero sí en muchos aspectos, y el control del error sería un perfecto punto de partida, ¿no os parece?

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