sábado, 12 de marzo de 2016

La evaluación inicial

He de reconocer que la primera vez que escuché este término fue durante la realización del máster. Nunca antes había oído hablar de ella y me pareció una idea genial como elemento para conocer de qué punto partir, para saber realmente el nivel de nuestros alumnos y alumnas y lo que esperan de nosotros y nuestra materia. Pero al llegar al centro donde estoy realizando las prácticas, y tras preguntar a varios docentes del mismo, me encuentro con que algo tan interesante como la evaluación inicial se ha manipulado y alterado de tal forma que se ha convertido en un mero examen más sin ningún interés ni por parte de los alumnos ni por la de los docentes.
La administración obliga a realizar una evaluación inicial antes de una fecha determinada, que varía dependiendo de la comunidad autónoma, y a poner una nota numérica de la misma. ¡En la primera semana de clase!
Yo, llamadme idealista o ilusa, había pensado en una prueba de evaluación inicial totalmente anónima y con preguntas del tipo:
  • ¿Te gusta la asignatura de Inglés? ¿Qué cosas te gustan más y cuáles menos?
  • ¿Qué te gustaría que hiciéramos para sacar el máximo provecho de esta asignatura?
  • ¿Qué propuestas y ocurrencias puedes hacerme?
  • ¿Prefieres seguir un libro de texto y hacer exámenes del mismo o charlas, talleres y proyectos?
  • ¿Te gusta leer? ¿Qué lees habitualmente? 
  • ¿Te gusta ver series y películas en versión original?
Y con esto me haría una idea inicial del punto de partida de la clase, lo que me ayudaría a la hora de preparar las actividades, tareas y sesiones en general y conseguir así tener un gran año entre todos. La idea, a mi parecer, es que los estudiantes disfruten de su proceso de aprendizaje, no que se sientan en el punto de mira desde el primer día. Y tal como están las cosas parece difícil de conseguir.


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