lunes, 28 de marzo de 2016

Inmersión en el día a día de las aulas

Tenía muchas ganas de empezar las prácticas, de ver cómo funcionaban realmente las cosas de puertas adentro y de comprobar cómo aplicaba toda la teoría, que habíamos visto en los meses previos, en el día a día escolar.
Estoy en un cole concertado (debo aclarar que apoyo al 100% la enseñanza pública, pero pensé en abrir puertas a una posible futura sustitución mientras preparo oposiciones) , colaborando con las clases de 1°, 2°, 3° y 4° de la ESO. Es un cole pequeño, por lo que también tengo la oportunidad de asistir a clases de infantil y primaria para ver cómo se enseña inglés desde los primeros años. El recibimiento fue bueno, acogedor, mi tutora enseguida me hizo sentir parte del claustro, aunque los primeros días no fueron del todo fáciles. Había escogido este colegio porque, en teoría, era laico y trabajaban por proyectos (mis requisitos eran que no fuera un centro religioso, que no siguieran un método de enseñanza tradicional y que se pudiera aparcar con facilidad), además de estar en un entorno rural sin ningún problema para dejar el coche. Pero mis expectativas fueron chocando con distintos aspectos a medida que pasaban los días: El PEC no está para nada actualizado. Cada docente elabora sus programaciones, no las hace el departamento en conjunto. Se castiga al alumnado sin recreo por no traer los deberes hechos. Se mandan páginas enteras de deberes. Se pierden clases enteras en corregir ejercicios sin permitir al alumnado participar. Hay adaptaciones curriculares no oficiales. Se separa a niños y niñas "con dificultades" y hacen distintas tareas... ¡Viva la inclusión!
Pero mi expresión escandalizada con los ojos como platos se relajó en un par de días, en cuanto percibí que, dependiendo del docente al que estuviera observando, las cosas se hacían de distintas maneras. Y entonces tuve que luchar contra esa sensación de querer cambiar las cosas, de denunciar aquello que me parecía injusto para los estudiantes y de hacer ver a los docentes que hay otra forma de enseñar más motivante para todos.
El viernes de esa primera semana hicimos una caminata, subida a Chan de Brito. Los alumnos y alumnas se iban acercando aprovechando el ambiente lúdico para preguntarme distintas cosas... y se dirigían a mí como teacher, ¡qué ilusión! ¡Primera semana superada!
La segunda semana fue mucho más gratificante. Puse en práctica actividades vistas en Didáctica con Luz y Ana: Chicken crossing!, Ormie the Pig, Who is who (hecha con puzzlemaker)... y pude ver cómo se despertaba el interés en los chicos y chicas, cómo se involucraban en las clases, cómo aumentaba de forma abismal su participación y motivación... y cómo aprendían de forma eficaz y eficiente. Pero lo mejor fue cuando dos profesores se acercaron a preguntarme y a pedirme consejo sobre actividades para llevar a cabo en sus clases para hacerlas más amenas... a mí!
No deja de sorprenderme esa falta de interés, esa apatía y falta de involucración que muestran algunos docentes. ¡Con la cantidad de información y formación que tenemos actualmente al alcance de todos! ¿No son conscientes de cuán importante es lo que tienen entre manos? ¿No sería más fácil para todos que los estudiantes vinieran al cole contentos, deseando aprender? ¿Por qué entonces no invertir tiempo en que esto suceda?
Mañana martes por la tarde asistiré a la sesión de evaluación... ¡ya os contaré!
Para terminar os dejo con la reflexión de Juan, un estudiante de 14 años, sobre la educación en España. ¡No os la perdáis!



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